Más alegre que una pascua y que día de San Juan, me fui; cené con tres de los cuatro cuartos, guardando uno para pagar la cama. Consideraba la virtud del dinero, que al punto que aquella vieja me dió aquellos pocos cuartos, me hallé más ligero que el viento, más esforzado que Roldán y más fuerte que Hércules.
¡Oh Dinero, qué no sin razón la mayor parte de los hombres te tienen por dios! Tú eres la causa de todos los bienes y el que acarreas y el que acarreas todos los males; tú eres el inventor de todas las artes, y el que las conservas en su perfección; por ti las ciencias son estimadas y las opiniones defendidas, las ciudades fortalecidas y sus fuertes torres allanadas, los reinos establecidos y al mismo tiempo perdidos. Tú conservas la virtud, y tú mismo la pierdes; por ti las doncellas castas se conservan, y las que lo son dejan de serlo; finalmente, no hay dificultad en el mundo que para ti lo sea, no lo más escondido que no penetres, cuesta que no allanes, ni collado humilde que no ensalces.
El Lazarillo de Tormes.
Anónimo.